Las comunidades arbustivas mediterráneas albergan una elevada diversidad genética y funcional (superior a la de algunos bosques), y cumplen funciones ecológicas como la protección del suelo, regulación de ciclos biogeoquímicos, almacén de CO₂. También son relevantes para la sostenibilidad de los recursos agrarios, como la caza, ganadería extensiva y apicultura. El aumento de la frecuencia y duración de los episodios extremos de sequía constituyen las causas de la pérdida acelerada de biodiversidad y degradación del funcionamiento de muchos ecosistemas, habiéndose descrito tanto un aumento de la matorralización de las praderas americanas como, por lo contrario, una proliferación de herbáceas de carácter invasivo. Sin embargo, los efectos sobre las formaciones arbustivas mediterráneas son menos conocidos, habiéndose observado en los últimos años un decaimiento importante de algunas especies leñosas. Esto puede dar lugar a una pérdida de biodiversidad, proliferación de algunas especies herbáceas y aumento del riesgo de incendio.